sábado, agosto 31, 2013

20 lucas!

Había confirmado ya que almorzaríamos juntos y como es del norte decidió que fuéramos a comer algo típico de la ciudad que lo vio nacer… Eran las 12:30 del día y yo terminaba de alistarme para enrumbar hacia la estación Javier Prado.

Salí corriendo del gym porque no quería llegar tarde, tomé el metropolitano, en el camino pensaba como reaccionaríamos al vernos, si él se avergonzaría un poco o quizás yo, iba leyendo mi comercio, era domingo y como pocos días por estas fechas hacía un poco de sol… Pensaba que era un presagio, uno bueno…

Llegué a la estación indicada y subí por las escaleras pero no vi a nadie, decidí esperar y luego de unos 5 minutos recibí la llamada de Guillo y me preguntaba ¿Dónde estás?  A lo lejos lo pude ver y le hice señas, estábamos a los lados opuestos de un mismo puente. Un abrazo algo prolongado selló el encuentro.

“Los Piuranos” es el lugar al que iríamos a comer y que estaba a unas cuadras de la estación, mientras caminábamos y conversábamos todo se hacía más familiar, como si nos conociéramos de siempre, en realidad yo no quise que nos conociéramos porque creía que esa conexión que habíamos logrado tener mediante las llamadas y las conversaciones por Skype se rompieran, lo bueno de todo es que no fue así.

Llegamos al local y se encargó del pedido, claro y es que la situación la podía manejar  mejor él ya que conocía los platos y quería sorprender de lo bien que se cocina en su tierra. Quedé complacido.

Era la hora de pedir la cuenta y yo sacaba mi tarjeta para pagar mi plato y cuando subí la mirada vi que sonreía y dijo: Luquito, aquí no admiten tarjetas! No me causó gracia, hoy en día ¿Qué local no admite tarjetas? Y yo la verdad que ando con el efectivo siempre justo. No te preocupes, yo invito – dijo

Salimos y le pedí ir a un cajero para poder retirar algo de efectivo, yo quería pagar mi cuenta, no me gusta que me inviten, empezamos a caminar cruzando la Javier Prado, mientras conversábamos de lo mejor un taxi se paró al lado de nosotros y el chofer preguntó si teníamos cambio para un billete de 20 soles a lo que moví la cabeza a los lados y pretendí seguir caminando, luego recordé que a Guillo le habían dado de vuelto dos billetes de 10 soles y cuando voltee a verlo él también se había dado cuenta de eso y dijo: Si tengo dos billetes de 10 soles que me dieron en el restaurante.

 ¿Puedes revisar el billete? – me dijo. Yo le pedí el billete al taxista, la señora que iba en la parte de atrás del taxi dijo: Está bien el billete… Algo no cuadraba, algo en el billete se me hacía extraño y antes de que Guillo le entregara los billetes le dije: Espera, este billete está extraño… Él tomó el billete y no le pareció falso. Está bien – dijo

El taxista se fue agradeciendo y yo con la duda en la cabeza, empezamos a ver de nuevo el billete. El veredicto final fue: NOS LA HICIERON! El billete era falso.

Retomamos la caminata en busca del cajero y mientras hacíamos eso pensaba en como es común hoy en día que estafen a tanta gente, entiendo que fue descuido nuestro, quizás para una siguiente vez no me anime a hacerle un favor similar a alguien y creo que Guillo tampoco, lo bueno fue que esa anécdota no malogró para nada la tarde...