El quinto día luego de tu partida ha llegado, me siento extraño, ingreso a
tu habitación y me siento en la cama clínica que albergó tu sufrimiento éstos
últimos meses. ¿Es posible que te hayas marchado? - me pregunto mientras tomo
en mis manos un pequeño cuadro con tu fotografía.
Siento el corazón dividido en dos, una parte se encuentra tranquila porque
tu sufrimiento ha cesado pero, la otra parte no encuentra consuelo y llora el
no tenerte, al ser consciente de que ya no podré tomar tu mano, tampoco besar
tu frente y menos estrecharte entre mis brazos y decirte que te amo.
Estos días no he podido llorar, siento una extraña tranquilidad, mi hermana
dice que es la tranquilidad que produce el saber que estás mejor ahora, que los
meses anteriores fueron de lágrimas o simplemente lloramos tanto que por el
momento se nos acabaron las reservas de llanto, como fuere, siento un poco de
miedo de quebrarme en algún momento más adelante.
ia
Dicen mis tías que al quinto día recién tu alma se dará cuenta que ya no
está en la tierra y eso me ha dejado en pendiente, pienso en los sentimientos
que tendrás al ya no saberte entre nosotros y desde entonces tengo la necesidad
de saberte bien, todos los días espero que aparezcas en mis sueños y me digas
que estás bien mientras siento el tibio de tu cuerpo en un abrazo prolongado
que me consuela.
Gracias Michi amada, siempre estarás en mi corazón, y cuando necesite
abrazarte lo haré en mis hermanas y mis sobrinas a quienes amaste sin
medida.
¿Somos valientes? - pregunté
Somos valientes - siempre respondiste
(“un cáncer se llevó a mi madre y con
toda valentía luchó hasta el 01 de mayo de 2016 – Hasta siempre Michi”)
:( Mis más sentido pésame, Luco. Un fuerte abrazo.
ResponderBorrarEmil.
que maravilla de relato un beso
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